Martina en tierra firme by Elísabet Benavent

Martina en tierra firme by Elísabet Benavent

autor:Elísabet Benavent [Benavent, Elísabet]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Novela, Erótico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2016-01-01T05:00:00+00:00


40

VEINTE SEMANAS

—Eh…, hola, ratón. ¿Qué tal? Espero que todo siga bien. Yo… me voy de vacaciones. Estaré fuera dos semanas. Quizá…, cuando vuelva…, podríamos vernos. Supongo que ya se te notará… —Suspiró—. Dios…, la vida se ha vuelto muy rara. Dale un abrazo a Pablo.

Miré a Martina que, de pie frente a mí, tenía los ojos clavados en mi cara, como si tuviera que recoger cada pequeño gesto en un diario de reacciones para entenderme.

—Bueno. Es Fernando. Se le pasará. —Puse una mano llena de anillos encima de su vientre y le sonreí—. Tú no te preocupes por él.

Colocó una mano sobre la mía y suspiró de soslayo.

—Nunca entenderé a los hombres.

—Ni a la especie humana en general —remarqué.

Mi pequeña marciana…

Pasaron muchas cosas aquellas semanas. Muchas y, por primera vez en mucho tiempo, no todas a nosotros dos. De pronto el mundo volvió a expandirse más allá de las fronteras de lo que significábamos Martina, nuestro bebé y yo. Amaia y Javi se prometieron, Sandra y su novio rompieron, el nuevo menú de El Mar empezó a coger forma, decidimos el nombre del bebé, Malena tuvo una rabieta, noté la primera patada de mi hijo y Martina empezó a hacer de mi casa un hogar. Pero por partes…

Cuando Amaia y Javi volvieron de las vacaciones, nos llamaron y nos invitaron a cenar en casa de Javi. Les ofrecí la terraza trasera de nuestra casa (sí, nuestra casa, para mí el sentido de la propiedad no importaba cuando se trataba de ella) porque aquellas noches de agosto estaban siendo agradables y estaríamos más a gusto. Invitamos también a Sandra porque yo era un borde desalmado con ella y quería suavizarlo. Bueno, igual no desalmado, pero un borde sí (se lo merecía por estúpida y egoísta, pero eso es algo que callaré por ahora).

Javi y Sandra no habían hablado desde el encontronazo que tuvieron cuando ella descubrió que salía con Amaia y me imaginaba que las cosas estarían algo tensas entre ellos, pero seguro que podría arreglarse con unas botellas de vino y algo rico. Martina opinó como yo y llamó a Sandra para ofrecerse a ir a recogerla. A mí no me hacía gracia que cogiera el coche porque no teníamos instalado el cinturón especial para embarazadas y me daba miedo que pudiera pasarles algo, pero cerré el pico. Sandra, no obstante, dijo que no hacía falta, que Amaia iba a coger el coche y que irían los tres juntos. Me pareció un buen detalle por su parte. Al final no iba a ser mala chica…, solo una malfollada.

Llegaron sonrientes, sobre todo Amaia y Javi. Se les veía descansados y contentos. Javi pidió permiso a Martina para tocarle el vientre y Amaia contestó una sandez de las suyas. Me fui a la cocina a por cervezas, orgulloso de lo que tenía. Yo tenía una familia…, ¿no era de locos? Una familia y nuevos amigos que me hacían sentir… comprendido. Era una sensación extraña, como si mi vida hubiera estado esperando piezas que no tenía para poder estar completa.



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